18 Ago Oportunidad y oportunismo

En ocasiones, la oportunidad y el oportunismo no suelen ser buenos aliados. Ayer, en Barcelona, se reafirmó esta situación.

Hay ocasiones en las que se debe dejar de lado el oportunismo para centrarse en lo verdaderamente importante: en la vida. En la vida de más de diez personas que ayer fue arrebatada por unos indeseables que sembraron el terror en Barcelona. En los cientos de vidas que se vieron afectadas de una forma u otra, y que a partir de hoy no serán las mismas.

Los discursos de los máximos responsables de las administraciones que se vieron afectadas ayer – Cataluña y España – no estuvieron a la altura de las circunstancias, salvando el discurso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Los presidentes de Catalunya y España se dejaron llevar por un oportunismo que, como digo, no debía haber tenido lugar en la tarde y noche de ayer.

A continuación, y por orden de aparición, expongo unos datos sobre la repetición (y ausencia) de algunas palabras clave en los discursos de Carles Puigdemont, Ada Colau y Mariano Rajoy:

En primer lugar, cabe destacar que la única bandera que estaba presente en la sala de prensa del Palau de la Generalitat era la de Catalunya. No estaban ni la europea ni la española.

Por otro lado, Carles Puigdemont comenzó su discurso haciendo referencia a la consternación mundial, y a las ciudades europeas que se habían visto afectadas por atentados: «Londres, Bruselas, París… y otras ciudades europeas han sufrido la misma experiencia». No hizo referencia a la mayor catástrofe que se ha vivido en Europa en relación al terrorismo yihadista, que ocurrió a escasos 400 kilómetros del lugar en el que se encontraba hablando. Asimismo, destacó la labor de la policía de Catalunya, y de la Guardia Urbana de Barcelona, para continuar agradeciendo a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y cerrar de nuevo agradeciendo la labor de los Mossos d’Escuadra, una estructura que seguiría Mariano Rajoy pero en sentido inverso en su discurso.

Una descompuesta (como no podía ser de otra manera) Ada Colau le siguió. De los tres discursos, fue el que más sincero pareció. Fue el único discurso que no fue leído, sabía lo que tenía que decir, que en estos casos es lo que se espera de un representante público: humanidad y sinceridad. Asimismo, fue la única en poner en valor el carácter diverso y cosmopolita de Barcelona, «unos valores que caracterizan a Barcelona y que se sintieron más que nunca».  Sin duda, fue el discurso más cercano a las víctimas.

Casi siete horas y media después del atentado, el gobierno español se pronunció por medio de Mariano Rajoy. Su discurso estuvo plagado de referencias a la unidad de España y los españoles. En este caso, en un discurso de apenas 6 minutos, repitió la palabra unidad 8 veces. Como escribía en el párrafo que comentaba el discurso de Puigdemont, Mariano Rajoy usó la estructura de agradecimiento a los cuerpos de seguridad, pero al contrario. Así pues, comenzó agradeciendo la labor a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado «en colaboración con Mosos d’Escuadra y Guardia Urbana» para volver a agradecer a «todos los cuerpos y fuerzas de seguridad» su actuación. Otra de las frases destacables fue «España es un pueblo unido en algunos valores». Algunos, parece que no en todos.

En conclusión, hay ocasiones en las que hay que dejar el oportunismo de lado y no incluir mensajes implícitos para reafirmar una postura política sobre un tema que nada tiene que ver con unos hechos horribles. No es momento para hablar del 1-O, es momento de ser solidarios, aunar fuerzas, y poner ante la justicia a los bárbaros que han sembrado el terror en Barcelona.

Rafael Calabuig

Fuente de la imagen: RTVE